
que dijo Virgilio de la Sibila mayor del reino; y yo la mayestática aguardadora que nada de polvos y entre polvo... O sí. La
habitación vieja polvorosa donde me imaginé escribiendo un día de diciembre y 2002, o cualquiera otro día de cualquiera otro año. ¡Te imaginaste escribiendo en mi propia habitación! (luego entonces con mi propia mano) Y no es que me escandalice la capacidad de trasmigración que tienen los espíritus libres, cual tú, para introducirse por las ajenas respiraciones. Más bien me admira y me enamora. Decía mi sueño según me despertaba esta mañana, yo le decía a (una perrita que era una persona y para la que yo llevaba un regalo en mi mano, un trocito de comida, como el bocado mojado que en la cena de pascua da el judío amante a su compañero más amado) : -Ven a casa conmigo corazón. Y se lo decía liberando la congoja de su de mi corazón, ella mi perrita-persona abandonada, ella esperando en aquel río de tráfico que la empuja, a la voz que de esa negra corriente la extrae.
-VEN A CASA CONMIGO CORAZÓN. Liberando la más grande ternura, aliviando la más grande congoja.
Y puede que el
Ven a casa conmigo corazón, tú lo digas, tú me estés llamando, utilices para lo mismo mis propios labios, como con mi mano escribes. Voy a casa contigo no tardando. Venir, vendrás, y tampoco a tardar mucho. Un día menos, de los que la Tierra cuenta al girar, para vernos y... ¡Entonces sí ALBOROZAY! Tu preciosa palabra fiesta de los sentidos levantándose de entre la corriente negra de entre el polvo.