
Pareciera que a estos caballeros del éxito y la escritura, o del éxito y lo que fuere, no les llega la hora.
Y ya ves, justo en la recta final de su triunfo en acapararlo todo para hacer que de la baba de todas las bocas caiga al mismo compás de los hilillos lechosos su patronímico, Crichton, del mismo modo que vemos contar los billetes por esas maquinillas que dado lo astronómico de las cifras con las que continuamente nos insultan, ya ni se pueden contar manualmente; justo ahí... La máquina de contar billetes deja de hacerlo: el corazón de latir, el cáncer te arrebata sin que puedas comprar tu vida ni con la más mareante o insultante de las cifras.
No sabía de tu muerte amigo, pero nunca es tarde para las buenas noticias consistentes en constatar que el dinero o el éxito no sirven para sobornar al tribunal de los cielos o para cerciorarnos de que la Parca no se vende a cuantos parecen comprarla (y no lo digo por ti entretenedor de masas, cineasta-novelista) siempre y cuando sea para aplicar sobre otros la guadaña de la misma. No se vende a cuantos pudierais comprarla, si decidió cortar de la madeja el hilo.
Al fin a ti ya te desenmarañó o desentrañó, los demás estamos en esa espera.... De que la muerte que tantos y tantos, tantos como tú, compraron para aplicada a una, decida aplicarnos su premio de guadaña.
Véase mi crítica al libro-película de Saramago sobre la ceguera.... Otro que va por el camino de Crichton. Estoy de acuerdo que mejor que transitar por el de Postdam