Releyéndome en "Nunca muerta", libro q tiempo del q no dispongo dinero q no tengo no me permitirá rescatar como tantos otros míos, releyéndome, para

qué molestarme en arrojar más perlas a los puercos, regalar, tú que no tienes, la riqueza inmensa, esa de la que se te supone dotada dado que todo viene a por ti desde que nacieras, con el simpático propósito de descabezarte, ¡o peor!, privarte de tu espíritu propio intransferible, inamovible incambiable, somos así de roca en mitad del desierto, pilar del mundo, esa piedra angular que todos desecharon y algún día, o no día, se arrepentirán. Releyéndome, releo de paso, si es que lo dijo él, si es que existió, si hubo alguna vez persona alguna digna de admiración, creeré en lo que cree la doctora Thiering, llamada Jesús el esenio por Maestro Impío conocido por su comunidad mientras vivió; releo al llamado Jesús en mis propios labios:
"Yo no juzgo a nadie; más bien antes me ofenden" .
A pesar de que quiera ser rey de mi persona
y quizá por serlo:
No juzgo, más me ofenden.
(Y continuaba ahí, "Nunca muerta")
Sigo pensando que el muérdago nos cuenta
que igual que el excretar es el reproducir;
y me afirmo en decirlo, que Jehová, Alá o Yavé, o Dios de los cristianos
es muérdago,
aunque Raquel, su antojo, "mandrágora" llamase.
Mas ¿qué hay de la mandrágora al muérdago?:
Mandrágora que comes, muérdago al excretar
(o a la inversa)
....
No juzgo; mas me ofenden:
Para repetir, acabar, aclarar:
Anáfora.

Y mientras me anaforeo o repito retórica, se me viene a la cabeza buscando una etiqueta aquí en mi índice de las mismas para este escrito y no añadir una nueva: "No juzgo mas me ofenden", me viene el Mabus del que hablase la cátara NostraDamo (Riqueza perdida de los cátaros de la que un tal Michel fue puesto en posesión por su catalana señora) en su cuarteta del último Anticristo final del mundo, Ma-Bus tan clara alusión a Osa-Ma Ben Laden y George Bus-h, me vienen a la cabeza ya no como Anticristo de dos testas el Ma y el Bus ¡sino como PRINCIPIO ORTÓPTERO!, en lugar de Príncipe de las Tinieblas, qué más tinieblas que esa condición cucarachil de los mentados.