Matarla: Eso lo más humano que he podido hacer por ella. Matarla para acabar con su soledad infinita, infinito esfuerzo en medio de un ayuno infinito.

Matarla. Y sin desdecirme ápice de mi Principio Ortóptero, saber que la existencia del Universo está reglada y medida no como se piensan los que creen en el Principio antrópico, para favorecer humanos, sino para privilegiar la existencia de las cucarachas.
Pues eso he matado, una pequeña cucarachita más diminuta que una hormiga, una pobre y pequeña y desesperada desmparada cucarachita recorriendo en todos los sentidos el borde de un cubo lleno de agua dentro de una bañera con agua también.
¿Cómo llegó allí la pobre y pequeña vida desamparada desesperada, vida conociendo la imposibilidad de su existencia?
Sin duda que la infinita crueldad del Universo la puso, ese Universo que puede que privilegie su especie pero ello a expensas del destino horrendo de tantos de sus especímenes....
La vida no debió jamás existir, esto que conocemos por vida, ME REAFIRMA UNA VEZ MÁS ESTE PEQUEÑO EPISODIO EN EL QUE YO, LA VIDA CON MAYÚSCULAS, MÁS VIDA QUE LA MISMA VIDA, POR DESCONTADO, MÁS VIDA QUE EL UNIVERSO, MÁS VIDA QUE LO QUE DETRÁS DE ESTO QUE VEMOS ESCONDE LA MASA OSCURA O FÍSICA QUE DESCONOCEMOS QUE NO MASALLASES ESPIRITUALES DESVINCULADOS DE ESTE AQUÍ, este pequeño episodio en el que yo DEBO CONVERTIRME EN EJECUTORA POR COMPASIÓN DE LA VOLUNTAD DE DESTRUCCIÓN DEL UNIVERSO CONTRA ESA POBRE VIDA PEQUEÑA DESAMPARADA DESESPERADA SIN NINGUNA POSIBILIDAD DE SUPERVIVENCIA.
Y antes de matarla pienso en alguien de mi especie, ¡cuántos habrán agonizado así!, solos en medio de la hostilidad más absoluta, hostilidad del medio u hostilidad de la ausencia ¡o presencia! de los de su propia especie decididos, agentes actuantes, a que su vida no tuviese posibilidad alguna, oportunidad ninguna. ¡Pienso en mí!

...Pero soy incapaz de imaginarme una compasión infinita que sobrepasando los cerrados y hostiles bordes de mi tridimensionalidad decidiese aplastarme con su índice para liberarme de prisión castigo inmerecido al que no puede dar otra salida o satisfacción que esa de terminar de rematarle la faena a la Crueldad infinita autora del guión.

Soy incapaz de imaginarme a los que llamamos espíritus o fantasmas, seres más allá de nuestras tres dimensiones, ¡o más bajos! : ¡seres a una menor dimensionalidad! como los seres angélicos que se les supone, sino como otros pobres muñones, estén desencarnados, al servicio de la infinita Crueldad. Esta que aunque en castellano se pronuncie en femenino, ya habrá idioma que afinará más dándole su exacto género macho, condición de esa índole parasitaria. ¿Qué mayor parásito que la crueldad?

Y mi acto de amor, desde luego no infinito, consistió en matarla.