Sé de una manera visionaria que moriré de poesía. Esto no lo comprendo perfectamente, es vago, es lejano, pero lo sé y lo aseguro.

Tal vez ya sienta los síntomas iniciales: dolor en donde se respira, sensación de estar perdiendo mucha sangre por alguna herida que no ubico (11 de agosto de 1962)
Y murió de poesía la muy... visionaria. Murió de ser ella. Poesis eres tú poesa Kolikovsky la ahogada en las babas rojas, también negras, más que de las damas de tu cuento, que también, de los damos o amos dueños del silencio a los que quisiste conjurar con tu Palabo y tal acto solitario y poderoso te costó la vida, dado que ellos son los amos, dueños del silencio: los únicos que hablan, hablaron y hablarán.
Y que sepan este cada vez más espeso silencio, estas sombras para ahogar el verdadero Rostro de la Vida, que una al piropearte sólo hace apología de una misma, DE LO QUE SE EÇ, POESIS ES SU NOMBRE.
Y murió de poesía la muy... visionaria. Murió de ser ella. Poesis eres tú, que ya redactase el profeta Bécquer. Eso se EÇ si se EÇ, cuando no sólo estamos con ese estar de ocupar "nuestro sitio", ese estar de haber muerto mucho antes de que nos entierren por más lustre diamantino (ya sabemos la sangre de que se amasan éstas y otras piedrecitas) que los otros o nosotros nos demos. He ahí a la tropa de mutilados triunfos. Prefiero ser la enterrada en vida en este sótano mortal de lo impublicado, lo que los dueños del silencio no dejan decir, ya que no es bastante para ellos el sitio que deja a la luz del ser conocidos los recursos que a esos fines se emplean; prefiero, a parecerme a ninguno de vosotros. Gracias doy porque mis facciones reproduzcan las de otra ahogada en vida, ¡estando tan viva!, gracias por ser, no sólo invocar, su calavera.