La manera de convertir en desagradable toda una preciosísima visión crepuscular: Yo con ella, Ella tendiéndome sus manos para elevarme a Ella, ¿Qué

otra Ciela?, llamándome Verboto y mostrándome el Palacio de los mismos, cada Palabra una bola de luz un globo de colores.....
Sí, algo redondo, casi como el nombre con el que ella me llama desde su Ciela: Verboto, también algo redondo. Algo redondo, pelota, ESA ES LA CONDICIÓN QUE TUVO SIEMPRE EL VERBO ENTRE NOSOTROS: ALGO REDONDO, PELOTA; O EL QUE LO PRONUNCIASE, MUERTO. Redondo es hasta cuando maravilla, bolita de luz de colores habitando en su propio Palacio, el Palacio de Ella, la hija de los auténticos reyes, la que descendió, o a la que descendieran, hasta las profundidades, tal que aparecía en mi sueño de viernes y 22 de septiembre de 1972 en aquel túnel en la Tierra del Fuego.
Redondo es el Verbo, y por así ella me conoce. Yo ahora le dedicaré al mundo la redondez peloteril de que me parecen dotados todos cuantos utilizan el lenguaje semen viejo hueso que despista animal mojado de agua negra; REDONDEZ PELOTERIL QUE LES ACOMPAÑÓ DESDE HOMERO HASTA, NO NUESTROS DÍAS, HASTA CUANDO EL MUNDO CONCLUYA DESPUÉS DE QUE LO HAGA LA ASQUEROSAMENTE REDONDA PELOTA DE REPULSIVOS Y UNTUOSOS MOCOS, LENGUAJE LÁBIL Y SUCIO, LENGUAJE MERCAMIENTE MERCASESINA, QUE DIJIMOS DEL MERCADO. AMBOS TAN COMPAÑEROS, TAN CARROÑEROS. PODRÍAN AHORRARSE LA FACULTAD DE ECONÓMICAS O LA DE FILOSOFÍA Y LETRAS EN TODOS LOS CAMPUS UNIFICANDO MATERIAS TAN LA MISMA, MUSAS MERCACHIFLES, DIOS DINERO.
Los funestos los dueños del silencio: escritorzuchos: los únicos que siguen publicando.... dudo que sean libros
Podrían ser liebres, algo más acorde con la cobarde condición de la que se recordase Pizarnik en su último segundo para arrojar a las sucias getas de puercos de los ejercientes de los palabrajos: Así hablo yo cobardes, esos tantísimos que además de degradar el lenguaje lo hacen previa degradación de la naturaleza sacrificando árboles a la edición, multiplicación asquerosa de sus engendros, de sus silencios que ensordecen como funestos que son, luego dueños de todo