Al fin el fin del mundo. Hasta aquí hemos llegado. Sacando la cabeza del horno de las pesadillas o de la condena a eternitas al Más Allá, del cual tan hartas estarán Silvia Plath y Alejandra como aquí una del asqueroso mundo y en su día ellas también de lo mismo. Las hubimos, habemos, nacidas para la iconoclastia del no estar nunca contentas. Pues a ver, Alejandra, muy hermoso el más allá en el que sólo se ven rosas, fíjate que Jardín; pero ¿a qué queréis "tomar el Jardín" de nuevo, diciéndolo al estado especial de la mente conocido como crepuscular de una a la que tenéis, o tienes, la deferencia desde el Más Allá contactarla o a ella dirigirte?

No me gusta esta risueña cara que semeja una actriz de cine de los machistas hipócritas almibarados años cincuenta sesenta (¿pero cuándo no son así, fueron, trufados de bestialidad y etc, todos los años décadas, siglos, milenios?) pero he ahí Silvia... Que también se parece a Adamo, el cantautor francés de hace unas décadas.