Me imagino a Alejandra Pizarnik en París rodeada en sus salidas noctámbulas de gatos abandonados, los únicos seres dignos de amor que encontrase en

aquella ciudad más estúpida que pretenciosa y al revés, gatos esqueléticos leucémicos, condenados a morir en el mismo instante de ser paridos... Lo único digno de amor, pues las personas, todas, sin excepción, dignas de asco, acabando-empezando por Cortázar y la "jefa" de éste, si es que el sátiro se la presentó (no creemos que la lesbiana Yourcernar se gastase de esas intimades con ningún estúpido hombre, una vez ella establecida de reinona literaria, cuando el estúpido hombre, una especie de subalterno, aquel que traduce) como a una de las tantas "intercesoras", "intercesora" que seguramente fue la que le inclinó a desear hacérselo con una lesbiana, aunque ¿qué tío cerdo no es un adicto de lo degenerado, y diría más: de ser el maestro de escuela de la degeneración o para la degeneración de sus futuros follados, eso tantas veces hoy llamado "sexología", como el practicar lobotomías y otros asesinatos químicos quirúrgicos a homosexuales fue llamado "psiquiatría"? La "intercesora" Yourcernar con su cara de hombre que bien hubiera debido ser a la que se follase el Cortázar, si aquella en vez de darla hubiese admitido escuela. La homosexual Yourcernar, como tantas otras de la rivegauche parisina, orilla izquierda de las Stein, las Barney, todas con las fortunas de sus padres permitiéndose aquella "homosexualidad", de la cual podríamos decir lo que Alejandra de la poesía: Ser algo para morirse o matarse de la risa.
Gatos abandonados como lo único digno de amarse, no sólo en Madrid París Buenos Aires, sino en Tokio Roma Bruselas y etcs. neoyorquinos.