sábado, 26 de diciembre de 2009

¿Somos esas "talentosas" y "virtuosas" bacterias que anhelan evolucionar e integrarse a una vida superior o mejor, otro peldañito en la escala de Ja-

cob o escalera a los cielos de la imperfecta perfección?

Pues seguramente, aunque ni lo sabemos. Y mejor. Mejor que no lo sepamos. No se sufre. No se sufre mientras las promesas se incumplen, mientras se retrasa lo entrevisto o lo intuido por las más visionarias de esas "bacterias" o humanos: Integración en algo superior o mejor.

Dice Punset en su libro "Por qué somos como somos":
"Si habláramos de humanos, hace tiempo que habríamos utilizado las palabras "talento" y "virtud" para referirnos a las bacterias. Talento en construir un motor cuando hace falta (en párrafo anterior explica que las bacterias sólo producen sus "motores" o mecanismos de desplazamiento únicamente cuando las condiciones ambiente para la supervivencia les obligan a ello: desplazarse para la obtención de sus nutrientes, sino no invierten ni mínima energía en lo mismo) y virtud: lograr que nada de lo creado entorpezca la vida".
Desde luego que en cuanto a esta "virtud", "lograr que nada de lo creado entorpezca la vida", nos ganan nuestras antepasadas las bacterias, antepasadas que portamos dentro de nosotros en forma de mecanismos enzimáticos que constituyen el ciclo de ciclos o ciclo metabólico o de respiración y mantenimiento llevado en todas las centrales energéticas de cada una de nuestras células, mitocondrias, ciclo de Krebs.
Sigue Punset:
"Nada aparece en la naturaleza que no pueda ser reciclado". En esto también nos ganan ellas, parece que aquí sí cualquier tiempo pasado fue mejor, tiempo de las bacterias. Continúa: "Esto es, tenemos que aprender que cuando hacemos una nueva máquina deberíamos prever también cómo reciclarla. Las bacterias no hacen nada que no puedan reciclar y gracias a eso se ha mantenido la vida". Creo que esta frase merece ser destacada por eso le damos otro color y una mayor letra. Sigue Punset: "Gracias a esta "virtud", los científicos pueden pensar el origen de la vida como una "ecopoyesis", es decir, la aparición de un primer ecosistema sostenible que propició la extensión de la vida en la Tierra, frente a la mera "biopoyesis" que, de no haber existido un proceso de reciclado, se hubiera agotado en 200 ó 300 millones de años. Pero el talento también se equivoca, el más perfecto ordenador produce errores, y las bacterias, también. Lo asombroso de sus equivocaciones es que son responsables, nada menos, que de la evolución de la vida. Me refiero a la evolución y a la mutación porque "si la maquinaria hubiera sido perfecta, no habríamos pasado de bacterias". Y esta última frase la entrecomilla él en su párrafo, se supone que sería dicha por alguno de sus prestigiosos entrevistados en su programa "Redes", de la experiencia de los cuales saca él sus libros.

"Si la maquinaria hubiera sido perfecta, no habríamos pasado de bacterias".
Esta es la perfecta imperfección de lo preciso que aspira a lo precioso, o de lo precioso que aspira a lo preciso: de la preciosa imperfección en anhelo constante hacia la precisión de lo perfecto. Eso que nos mata mi querida Alejandra, para integrarnos en lo superior o mejor de la, para nuestra impotencia, inacabable escala, que las bacterias, desde luego, tienen más capacidad que nosotros para soportar, de los millones o miles de millones de años.

No nos extraña por tanto que haya tanto descreídos en la vida después de la vida, o en que hay otra física muy diferente a la que se gastan nuestros físicos obrando desde la colección de bacterias recicladas que son.

Y no quiero de nuevo irme en este mi no querer escribir, si es para esto, sin mencionar dos frases nefastas de Punset en su libro que todos darán por de extremada enjundia o precisión, cuando muy lejos de la preciosa-precisa verdad: "La belleza es la ausencia del dolor" y "La felicidad es la inexistencia del miedo".
Todo lo bello, como muy bien sabía Wilde a pesar de todo lo superficial que aparentó en su entera existencia hasta estrellarse contra el muro de la realidad de la que la suerte lo había tenido apartado en su condición de mimado por el privilegio social, todo lo bello, por aquello de su acercamiento a la Verdad, no otra cosa que la Belleza, Ver@i (Verai, Veroi), no es sino la fuente más inmensa de dolor, sobre todo en nuestra especie evolucionada de las bacterias (lo cual tampoco es incierto para otras especies: las más bellas, las más infortunadas, o todas infortunadas: todas hermosas, mis hermanos los tigres, la TIGRA, mi hermana; la gacela mi queridita desvalida; mis o sus, o vuestros, hermosos elefantes, delfines, todos acosados por la tragedia, como nostros). Y desde luego, no diré que el dolor tenga nada de bello, pues, como bien capta Punset para redactar su frase, es todo lo contrario; pero ahí la sombra negra que quiere devorarlo, y lo logra, para de continuo posponerlo, para cometer su ASESINATO sobre aquello que acompaña como inseparable (¡Qué bien expuso Alejandra Pizarnik este argumento, tan cierto, en todos sus relatos de "Sombra"!) La Belleza más grande: En todo aquello destruido por el dolor, como su inseparable. Así lo quisieron las bacterias que no tuvieron la desgracia de ser acompañadas en su trayectoria por algo que sí nosotros, el pensamiento, la mente, la consciencia, los ojos abiertos (que tantos cierran para no sentir el impacto devastador en la retina de sus vidas, que así, no mirando, no viendo, pueden prolongar; que así: no pensando, cerrando o entrecerrando los mecanismos del sentir, pueden, aunque por un tiempo, sortear la peligrosa sombra del dolor la destrucción)
¡Desde la imperfecta perfección que somos, reclamo el fin de esa escalera infame de caracol pisoteado, reclamo el fin del montón informe de dolor sobre el que se levanta la Belleza cada vez que la derriban; pero otra belleza, no la misma belleza que fue aplastada para contribuir con sus restos al montón informe del feo dolor!

Y nuestro amigo produce otra frase que a mí, quizá por su concisión, me resulta demagógica (tanto de infortunado que habría que olvidar, como él, Punset, tanto insiste, o no debería haber sido jamás redactado para extravío de la trayectoria mental del mundo): "La felicidad es la inexistencia del miedo". Con ello ¿qué nos dice?: Que no podemos ser felices; pero nadie, pues todos, UNOS MUCHO MÁS, vivimos o viven acojonados, por ver más que otros o tener menos que otros. Sé feliz, aunque te estén asando a la parrilla como a san Lorenzo, o te estén troceando con conchas los "amigos" cristianos como a Hipatia. Sé feliz, no temas que vayan a destrozarte toda la vida, chulearte, ningunearte, ¡y tu propia especie, esta tan arriba, aunque tan derivada, de las bacterias!, todo aquello que pensaste, escribiste, todo tu trabajo silencioso de años, todo tu trabajo sin ningún aliciente, todo tu generoso esfuerzo en pos de la comprensión, de la Verdad, en pos por tanto de la Belleza, de la Perfección que en la imperfección anida para su desgracia, su desequilibrio, su impune asesinato.
¿Puedo ser feliz, aun incluso si pienso (y nuevamente, con terror, recapacitamos que pudiera meramente ser esos felices mecanismo de autoengaño, neurotrasmisores que las neuronas segregan para hacernos más soportable el horror, el último, el primero, toda la infinita escala de horrores inacabables como la escala de Jacob hacia los inexistentes Cielos) que yo estoy por encima, que esta vida se integra a otra (y esto es también la anestesia con la que atontaron las conciencias de los borregos víctimas todas las religiones en milenios de existencia, existencia para ellas, esas cochinas concepciones del mundo, tan cochinas como ahora mismo pueda ser la ciencia oficial, la cultura oficial que nos dopa) donde cada existencia será puesta en su lugar preciso, pues allí las escalas no estarán falseadas sino diseñadas desde la Absoluta Verdad, cuando también nos han enseñado, y olvidar debemos, sobre todo en física, que no existen los Absolutos; que esta vida se integra a otra, donde se recibirá, ni menos ni más de lo que se mereció o le era propio?

Terminemos-empecemos esto que llamamos años, por lo menos haciendo bien las digestiones.

Y desde luego, sé feliz y no tengas miedo: QUE TEMAN ELLOS, los que deban temer, aquellos productos de desecho cuyo único valor consistió en impedir que prosperase todo lo que tuviese algún verdadero valor, ¡QUE ESTO ES SÍ NO TENER MIEDO: TENER VALOR, DE VALER QUE ES LA VALENTÍA, DE LA VALENTÍA CONDICIÓN SIN LA CUAL NO EXISTE NINGÚN VALOR, VALENTÍA DE HABERLO DADO TODO, ¿PUEDE HABER PEOR ARROJO POR IMPRUDENTE CON SU PROPIA CONSERVACIÓN?, SIN NADA A CAMBIO, SIN QUE NADA, MÁS QUE LA ESCURRIDIZA PERFECCIÓN, VERDAD-BELLEZA INALCANZABLE, FIGURASE EN TUS PERSPECTIVAS DE META!

Y desde luego en las perspectivas de la Belleza jamás entró el dolor como supuesto ingrediente de sus propias células. ¡AY DE LOS PARÁSITOS QUE RETRASARON ESTA COMPRENSIÓN DURANTE MILENIOS, SI ACASO NO UN MILLONCITO DE AÑOS DE NUESTRA PROPIA EVOLUCIÓN COMO HUMANOS, COMO LA ÚNICA ESPECIE CAPAZ DE COMPRENDER ESTO Y DE PROCURARLE LOS REMEDIOS PARA QUE ASÍ SE DIERA POR CULO, O PATADA EN ÉL, A TODA IDEA DE FALSO DIOS, TODAS LAS IDEAS DE ABUSO DE PODER CONSEGUIDO CON LAS MALAS ARTES DEL ASESINATO Y LA CEGUERA!

Ciencia y cultura oficial siempre contra la belleza verdad la vida. Ciencia cultura oficial, como su correlato: Poder, aquello sólo alcanzable para los tontos con suerte, tontos corruptos. Suerte ¿qué otra cosa que la corrupción?
"La rebelión es mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos" Alejandra Pizarnik-en esta vida

"Solo veo rosas" Alejandra Pizarnik-más allá de esta vida-

Solo soy pura rebelión, vino a decir... aunque no sola estás

Vos no está sola. Y esta rebelión se hará. Y no desde la soledad. No desde cuatro gatos somos y por eso nos pisotean. ¡Una ola de Rebelión vendrá que tambaleará los cimientos podridos de estas sociedades!




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