........
No se sabe qué decir cuando la muerte mis primas queridísimas sino las palabras primeras sentidas cuando la muerte del propio padre:
Quedarse para este siempre de aquí,
quedarse sin su nombre,
quedarse en esta soledad que es mujer y es hombre
huérfanas de la mitad del mundo.
Jamás he querido mentar a la propia familia, sino a los que ya nos faltan, jamás descubrir a nadie de vosotros mis escritos de aquí, como si el peso de las propias raíces supusiese un freno a la total libertad que es escribir y es echar fuera todas las frustraciones, todos los reproches a la mala vida que nos dan (NOS dan todas esas circunstancias culpables de la mala vida, que nosotros hacemos en las pequeñas cosas; pero que en las grandes, como fue la ruptura de vuestra propia familia a la búsqueda de un destino mejor que no se os ofertaba aquí, NOS DAN CUANTOS DECIDEN QUÉ FUE ES Y SERÁ EL MUNDO DESDE EL PODER QUE TODOS COLOCAMOS, O ASÍ ADMITIMOS, EN SUS MANOS)
Quizá tampoco sepáis hoy de estas palabras que tanto me cuestan... Tanto me cuestan, pues tanto que deciros, tanto que no poder deciros.
Un homenaje a ese hombre que puso a vuestra disposición y de vuestros hijos todas las lenguas de Europa, el amor con que a todas os quiso con el corazón partido entre sus hijas de allá y de aquí. Estas hijas de aquí con las que vivió más la última parte de su vida cuando pudo descansar del esfuerzo, cuando pudo volver a su amadísima España, él tan andaluz por aquellas nieves suizas, él tan friolero, él tan como nuestra abuela, su madre, esa que siempre planea por cuanto escribo, cuanto de fino humor nos viene de allí de la que ella llamase siempre su tacita de plata, para mí la sabia Tartessos por más que Huelva reclame su raíz, Huelva: Toda Andalucía: Copa de oro: Tacita de plata.
Un homenaje a ese hombre y a las cinco rosas de sus hijas.
Y no olvido a vuestra madre....
Pero ella no es hoy el dolor de mi muerto, este único hermano que ya le quedaba a mi madre, VUESTRO MUERTO. Mi tío; VUESTRO PADRE.
Cada muerte nos disminuye, es cierto; pero más esos tajos que tanto se aproximan al costado.
Vuestro costado hoy abierto de ese tan profundo que es perder la mitad del mundo que era vuestro padre.
Y que esté con todos los nuestros que se han ido. Y que esté con vosotras, con nosotros. Con la larga fila de corazones que de él descienden, de vosotras.

Y esta hermosa flor internáutica para él vosotras, aunque no sea una rosa, aunque no sean cinco.
Una sola flor para significar la unidad de todos en el espíritu.